¡Y yo que pensaba haberlo visto
todo...! Al menos de Koh Phangan, y más abajo descubriréis la suerte que tuve
de estar equivocado. Las imágenes no mienten y lo bueno... quiero decir, lo mejor, como siempre, se hará
esperar. Antes os relato lo “fácil” que fue cruzar desde Phuket, en la costa de
Andamán, hasta Koh Phangan, en el Golfo de Tailandia.
350 km. de distancia
Un buen hombre nos pasa a buscar a
las ocho de la mañana en su coche (de copiloto su mujer, que no calló un
segundo, parecía Luis Moya; mientras, su marido se limitaba a asentir con la
cabeza de vez en cuando), nos deja en una gasolinera donde cambiamos a una
minivan que atraviesa de costa a costa hasta Surat Thani. Una hora de espera y
hacia las tres de la tarde, un bus enorme y colorido nos lleva al puerto; nueva
espera, y un barco de la compañía Songserm zarpa rumbo a Koh Samui primero, y
llegamos a las 18.30 a Koh Phangan, que nos recibe con uno de sus tradicionales
atardeceres de postal.
Un taxi desde el puerto de Thongsala
nos deja en Haad Rin, al sudeste de la isla (100 baht/persona). Termina la jornada de viaje por
hoy, aunque nos queda un poco para llegar a nuestro ansiado destino final. Si por fácil entendemos todo esto, entonces sí, fue realmente fácil. Este
pack de minivan + bus + barco que reservamos en Phuket cuesta 700 baht por
persona.
Nos hospedamos en el Sea Garden por
400 baht en una correcta habitación, la más barata. Cuando coincide con la Full
Moon Party, su precio es de 600 baht. Por suerte, esta fiesta conocida
mundialmente ya había pasado y toda la zona estaba más tranquila, aunque nunca
pierde del todo su esencia.
A la mañana siguiente un bote por 200
baht cada uno nos lleva en diez minutos a HAAD YUAN, en la cara este de la
isla. Hay gente valiente que se atreve a llegar en moto a esta zona por una
carretera endiablada y peligrosa, pero la mayoría opta por uno de esos ruidosos
botes, que por las noches doblan el precio del paseo.
Todo este viaje maratoniano mereció
la pena desde el primer segundo que pisamos la arena de Haad Yuan y con estas fotos entenderéis el por qué.
Bamboo Hut iluminado, al fondo barcos faenando
Aquí nos encontramos con un
fantástico grupo de amig@s israelís de Carol y una pareja alemana. Con tod@s
ell@s disfrutamos de unos días inolvidables donde hubo tiempo para todo: sol, playa, fiesta, yoga,
billar, comida exquisita, sesiones fotográficas, grabaciones, relax...
Buenas partidas al billar con Ronen
Por supuesto, la lila rayada acabó dentro. Al fondo una de las pantallas donde cada noche hay doble sesión de cine.
Leyendo lo bien que le trata la vida a Michael Caine
El equipo casi al completo
Los desayunos en el Bamboo Hut eran espectaculares, casi tanto como sus vistas
La ausencia de carreteras contribuye
al ambiente relajado que se vive en esta zona paradisíaca. Colina arriba,
colina abajo atravesando la selva se llega a las playas de Haad Tien y
Why Nam.
Camino de Haad Tien
Lugar de entrenamiento de Muay Thai yendo hacia Haad Tien
Haad Tien
Por la jungla para llegar a Why Nam
Why Nam Beach
En esta última, Carol acude a clase de yoga cada mañana con sus
profesores Kirsten y Mitchell (http://ashtangasphere.com/),
sobre una plataforma considerada como uno de los mejores lugares del mundo para
la práctica.
Vistas desde la plataforma
Aunque hay un par de lujosos
resorts, predomina el estilo hippie y mochilero por estas tres playas. En nuesto blog RECOMENDACIONES, os informaremos con más detalle dónde nos hemos alojado.
Sesión de peluquería
Han sido
unos días de ensueño que lamentablemente han llegado a su fin, y cuesta despertar y abandonar este
pedazo de cielo en La Tierra, más aún cuando sobre nuestra mente planea el pack
barco + bus + minivan de vuelta a Phuket... pero nos quedamos con grandes recuerdos.