6 febrero 2013 (por
Hollywood)
Nuestros días en Phuket
siguen entretenidos descubriendo nuevos lugares como el mercado local de
marisco y artesanía en la zona de Rawai, en la punta más al sur de la isla.
Fabricando una jaula para pescar marisco |
Mujeres de tertulia en Rawai |
Tentador |
A pesar de llevar mucho
tiempo recorriendo estos países, siempre hay hueco para curiosidades que nos
siguen llamando la atención como si se tratase de nuestro primer día.
Vendedor de... no tenemos claro "el qué" |
¿Cuál de los 3271 cables tengo que cambiar? |
En el centro de la isla hay un monumento dedicado a las heroínas Jan y Muk, dos hermanas que resistieron el asedio birmano en 1785, para después pasar al ataque vestidas como hombres y derrotar al enemigo.
Una tarde serpenteamos
una de las carreteras de la costa hasta llegar a un mirador con unas buenas
vistas de las playas de Kata y Karon.
Uno de los últimos desafíos a los que nos hemos enfrentado ha sido poner las manos al volante de un coche (el de Rodrigo) tras más de año y medio sin
conducir. A simple vista parece sencillo, pero conducir por la izquierda, tener
la palanca de cambios a la izquierda, el volante a la derecha y todo lo que
ello conlleva, resulta más bien complicado. Cuesta tomar la medida con
respecto a los coche aparcados a la izquierda y es frecuente activar el limpia
parabrisas cuando lo que queremos es poner el intermitente. Por
lo demás, todo genial...
Compaginamos este
turismo con visitas a lugares habituales como el night market, el centro
comercial y el mercado local de Phuket Town.
Sushi y kebab para cenar en el night market |
Tan feliz comprando en el mercado de Phuket Town |
¿Dónde dejé mi moto? |
Un día vamos al aeropuerto en la zona norte de la isla para saludar brevemente a Sandra y Pablo, pareja chilena amiga de Carol, que ha pasado un mes largo de luna de miel por el sudeste asiático.
Sin darnos cuenta casi
hemos cumplido un mes en Tailandia, lo que quiere decir que se me termina el
visado gratuíto de treinta días recibido al entrar al país por aire. Recordamos que al entrar por tierra tan solo conceden quince días. En cambio para Carol, por ser de Chile, en ambos casos cuenta con tres meses gratis.
Como nos sentimos a gusto y nos tratan muy bien por aquí, hemos
decidido quedarnos una temporada más. Por ese motivo debo salir del país y
obtener un visado de mayor duración. En Patong, zona predilecta de fiesta, también hay muchos lugares de venta de
excursiones que organizan viajes específicos para estos trámites.
Uno de los muchos locales de fiesta en Patong |
Por 3800 baht reservo un
viaje a la isla de Penang, al noroeste de Malasia. El paquete incluye recogida
en el hotel, viaje nocturno de diez horas en furgoneta a Penang, dos desayunos tipo buffet,
una cena (todo delicioso), noche en habitación sencilla en un hotel de tres
estrellas, y vuelta a Phuket a la mañana siguiente.
El visado de sesenta días cuesta 110 ringgit (1100 baht). Nada más cruzar la frontera paramos en un punto para cambiar de moneda.
Puente que conecta la penínusla con la isla de Penang |
Debido al nuevo año chino, todos los hoteles de Penang se encontraban llenos por lo que
modificaron el itinerario. Casualmente llegamos a la misma zona que la primera
vez que pisamos MALASIA allá por julio de 2012, cuando nos reencontramos con
nuestro amigo Aitor.
En
pocas horas nos hicieron los visados y esa misma tarde volvimos a Tailandia,
concretamente a Thung Song, donde hicimos noche. Sorprendentemente el hotel,
así como la habitación que me asignaron, son de las imágenes que chocan a los
ojos de lo que un backpacker está acostumbrado a ver.
En 36 horas ya estaba de
vuelta en casa y con dos meses por delante sin preocupaciones de visado.
“Con las piedras que con
duro intento los críticos te lanzan, bien puedes erigirte un monumento.”
-- Immanuel Kant --